Ciudades del futuro

En 2020, 5 mil millones de personas vivirán en urbes hoy colapsadas. Ante el fin de la energía no renovable, la sustentabilidad es la única salida para la construcción en las próximas décadas. Los mega proyectos en Oriente y cómo se verá Buenos Aires dentro de 30 años.

Por Susana Parejas

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Una llovizna constante impregnaba la ciudad de Los Ángeles de un tono azul grisáceo, edificios lúgubres formaban un laberinto arcaico y futurista, mercados callejeros desbordados de gente, basura acumulada, un eclecticismo de estilos entre el pasado majestuoso y ese presente decadente marcaban, hace 30 años, en la película Blade Runner la posible escenografía donde vivirían los humanos en 2019 y, que según el sociólogo David Lyon, retrataba «el progreso en ruinas». Faltan sólo 7 años para llegar al tiempo en que la ficción mostró la cara de la ciudad del futuro. Sin embargo, los proyectos de los starchitect, como los llaman los ingleses a esta mezcla entre arquitecto y star (estrella) develan un mañana con una estética mucho más impoluta y sofisticada que la que muestra el filme futurista. ¿Cómo serán realmente las ciudades donde el hombre vivirá en unos 50 años?

La población humana aumenta año tras año y no es ningún misterio imaginar los problemas que el mundo debe enfrentar. Los 7 mil millones de habitantes del mundo de hoy se convertirán en 2030 en 8,3 mil millones y a las actuales tasas de crecimiento, la demanda de energía y las emisiones de CO2 se incrementarán en algo más del 50%. En 2020, circularán por las rutas 1,2 mil millones de automóviles. En ese año, 5 mil millones de personas vivirán en ciudades según el informe Smart 2020 de The Climate Group. Las cifras no son optimistas y se convierten en un gran desafío para el mundo en el que vivimos. No sólo en cómo dar vivienda en ciudades, que ya están colapsadas, a estos miles de millones de habitantes, sino también en alimentar y darle los servicios de educación y salud.

«Los grandes condicionantes de principios del siglo XIX, como el advenimiento de la revolución industrial, del capitalismo, la generación de las grandes ciudades, la aparición de nuevos materiales como el hormigón, vidrios planos, fueron generando importantes movimientos que devinieron en el movimiento moderno de la arquitectura», señala el arquitecto Pablo Azqueta profesor de la Facultad de Arquitectura de la UNR (Universidad Nacional de Rosario). Y amplía: «No creo que sean menores los impactos que hoy vivimos de cambio climático, de agotamiento de recursos energéticos, de problemas de desequilibrios económicos y sociales muy significativos, por lo que confío en que estamos frente a una nueva arquitectura, con un lenguaje que le es propio y que tiene en cuenta todas estas expresiones». Esto es lo que el sociólogo y economista norteamericano Jeremy Rifkin define como «la tercera revolución industrial», en la era postcarbónica.

Oriente futurista. Torres con formas orgánicas se elevan a varios cientos metros de altura, conectadas por autopistas que permiten ir de una a otra sin salir del complejo, o verdaderas mega estructuras verticales en donde cada planta es una pequeña ciudad con escuelas, shoppings y zonas de ocio. Espacios verdes como verdaderos jardines colgantes exuberantes. Turbinas eólicas y paneles fotovoltaicos para la generación de electricidad y fachadas de alto rendimiento energético. Éstas son algunas de las imágenes que se pueden ver en los renders de los grandes proyectos a futuro. Muchos de ellos se consideran más obras artísticas que posibles, pero otros ya están en ejecución y muchos con fecha de apertura. Como el Gwanggyo Power Center, un proyecto de una mega ciudad sostenible a 35 kilómetros al sur de Seul (Corea del Sur). Lo está desarrollando un consorcio encabezado por Daewoo, que encargó su diseño al estudio MVRDV de Amsterdam. En él podrán alojarse 77.000 habitantes capaces de autoabastecerse, tendrá viviendas, centros educativos y de ocio, comercios y oficinas.

Masdar, fuente u origen en árabe, es otro mega emprendimiento. Está en medio del desierto saudí, a 30 kilómetros del aeropuerto de Abu Dabi (Emiratos Árabes Unidos). Su aspiración es no sólo ser una ciudad sostenible, sino autoabastecible y será la primera urbe 100% ecológica en el mundo, ya que no producirá C02, ni residuos. El Light Rail Transit, de propulsión eléctrica, será el único medio de transporte público en la ciudad. Consiste en un sistema de cabinas para 6 personas que se desplazan por raíles, con 1.500 destinos en toda la ciudad. El estudio a cargo de su diseño es Foster & Partners, cuyo alma pater es el inglés Norman Foster. Este complejo será capaz de alojar a 50.000 habitantes. De momento, ya se ha construido el centro tecnológico dedicado especialmente a estudiar tecnologías limpias y energías renovables. La primera fase de la ciudad, será completada en 2015, y será completada totalmente entre el 2020 y el 2025. ¿Su costo? Unos 22 mil millones de dólares.

Baires 2050. Observar estos proyectos alimenta la imaginación, a pensar cómo será la Ciudad de Buenos Aires dentro de varias décadas. «En 30 o 40 años Buenos Aires va a ser reconocible, con muchos de los edificios que tenemos hoy en día, van a seguir existiendo, la trama urbana va a seguir. Creo que los cambios más grandes van a ser en cosas menos llamativas, pero muy importantes para lograr una calidad de vida mejor y para responder mejor a los desafíos que vamos a tener en el futuro, por ejemplo, el problema de la disponibilidad de energía. Vamos a tener mucha presión para reducir los impactos y esto, eventualmente, va a producir cambios muchos más fuertes en la legislación», asegura el arquitecto John Martin Evans, un inglés radicado desde hace más de 20 años en Buenos Aires, que está a cargo de la cátedra «Arquitectura bioambiental y Arquitectura solar» en la Facultad de Arquitectura de la Universidad de Buenos Aires.

Nuestra ciudad no escapa al desafío que se plantea actualmente en las ciudades del futuro: la reducción de los gases de efecto invernadero que son los que causan el cambio climático, el calentamiento global. Esto se produce por el uso de los combustibles fósiles: en 30 años la reserva estará flaqueando, los menos optimistas dicen que en 50 se agotarán, y en la Argentina dependemos 90% de estos recursos.

El área de la construcción es la actividad menos sostenible del planeta. Los edificios consumen la mitad de la energía que generamos, la construcción y el transporte son los que más transmiten dióxido de carbono al planeta. En la Argentina, entre el 35 y el 40% de los recursos energéticos que utilizamos tienen al hábitat de la construcción. «Lo bueno está en que justamente es un sector donde se puede hacer más ahorro de energía, con la reducción del impacto ambiental. Especialmente en los lugares residenciales que no afectarían la calidad de vida y la educación es bastante importante en este aspecto», señala la arquitecta Vanesa Fabiano, del estudio Bio.

Inicialmente, hay tres formas por las cuales los edificios van a poder captar energía solar: los paneles para calentamiento de agua, algo que se puede aplicar en el país, los paneles fotovoltaicos son muchos más caros y hasta ahora importados y van a tener un rol mucho más limitado y la captación directa de energía a través de las ventanas y su conservación en los edificios para poder tener un aprovechamiento por lo menos en viviendas de una mayor proporción de energía solar, el aprovechamiento de las orientaciones favorables y protección en otros. «Tal vez no parezcan tan distintos de los edificios que tenemos hoy en día, pero van a estar más pensados para poder aprovechar estas energías en su diseño y por supuesto mejor aislados para conservar la energía, que también son aspectos que no son tan visibles, pero que van a tener un impacto muy importante», explica Evans.

Los edificios nuevos, que tienen una vida útil muy larga, son los que deben incorporar estas medidas. «Hay muy pocas leyes como la 13.059 de la provincia de Buenos Aires que exige mayor aislación térmica, lamentablemente no se está cumpliendo lo necesario, las municipalidades no están verificando como corresponde», asegura Evans. Y proyecta que, en los próximos años, habrá familias más chicas, con más teletrabajo como resultado de la tecnología, lo que llevará a una «tendencia con viviendas un poco más grandes con espacios apropiados para el trabajo en casa».

En su libro La tercera revolución industrial, Rifkin visiona cómo vivirá el hombre en la era postcarbónica. Para él internet se convertirá en el sistema nervioso de esta revolución a través del cual se podrá vender la energía limpia almacenada en los edificios por todo el mundo. También habla del transporte verde, coches eléctricos podrán cargar en cada esquina gracias a las pequeñas plantas de energía instaladas en los edificios. Una imagen de un mundo que se aleja mucho del de Blade Runner, oscuro y sombrío, pero que, según el arquitecto Azqueta, se acerca más a la realidad de lo que serán las ciudades del futuro.

Un comentario en “Ciudades del futuro

  1. En el año 2,100 la Humanidad vive y se desarrolla con el Paradigma de la EFICIENCIA. Empieza la Gran Transformación de las Ciudades.

    Para el año 2,500 las Ciudades son Compactas y configuradas, porque ya han sido transformadas. Están compuestas de  núcleos conectados que tienen c/u poblaciones de entre quinientas mil y un millón de habitantes en su área urbana que mide 05 km2. El área urbana, que ocupa poco espacio natural, está totalmente rodeada de espacio vital (área agrícola, área forestal y área piscícola). En las vías se han construido arcos de luz con un material que absorbe la luz solar en el día y la proyecta en la noche, de esa manera se ha logrado que el sol ilumine nuestras ciudades las 24 horas del día. Han desechado la idea de traer la agricultura al área urbana pues las plantas al exhalar CO2 en las noches, contaminan el medio ambiente. Nuestras Ciudades son altamente tecnológicas. Los residuos equivalen a recursos para otros usos. Sólo existe transporte público electromagnético, los ciudadanos prefieren caminar para conservar buena salud en lugar de usar el automóvil. Las Ciudades no crecen, se replican. Las dirigen equipos de Ecodiseñadores ya que los políticos no existen. Arboladas y con muy poco cesped, el cesped es depredador del agua y  no rinde oxigenación como los árboles.

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