A punto de empezar su gira por Argentina, el músico y ex Ministro de Turismo panameño habla de sus proyectos incluido el de volver a la política, su mirada sobre la piratería y los sueños por concretar. “La vida no deja de sorprenderme todos los días”, afirma.
“Soy músico, por encima de todo”, arroja Rubén Blades, cuando se le pregunta cómo combina todas sus profesiones que, si ninguna red, lo arrojan al ruedo con la cara descubierta, tal cual es. Músico, sí, pero también actor, actuó junto a Anthony Hopkins, Joe Pesci, Harrison Ford y Johnny Depp, en más de treinta películas. La última “Hands of Ston” junto con Robert de Niro, rodada en Panamá, sobre de la vida de Roberto “Mano de Piedra” Durán. Músico, sí, pero también político. Fue Ministro de Turismo de su país, Panamá, y está en plena ebullición un proyecto para las elecciones de 2019. Si hay que poner algún título universitario, podría agregarse el que seguramente está encuadrado en algún marco, el de abogado, al que sumó el de un postgrado en Harvard, y si hubiera que agregar otro, podría sumarse el de “poeta”, el que cantó los temas de su amada América, para quien no hay gente de algún lugar, sino de todos. Un poeta que canta su prosa cargada de testimonio social y que tanto como Chico Buarque en Brasil, Silvio Rodríguez en Cuba, Juan Manuel Serrat, en España, revolucionó la música con su mensaje y abrió el camino que siguieron otros. Pero, tampoco es cuestión de elegir entre una profesión u otra, “no están separadas por lo tanto no hay antinomia. Como Kant, creo que discutirlo no tendría sentido. Todas me interesan y como no tengo que escoger como tema de vida o muerte a una, para que especular”, asegura Rubén.Dentro de muy pocos días, el 30 de abril, llega al Gran Rex con la gira de “Cantos y cuentos urbanos”, en donde presenta su repertorio acompañado de anécdotas y vivencias, junto con la orquesta panameña de Roberto Delgado. Luego seguirá, por Neuquén, Córdoba y Rosario.
Músico desde chico. “Mi madre y padre fueron músicos. La radio estaba encendida en la casa todo el día, la música era parte de nuestro diario acontecer”, recuerda Rubén. Su mamá nacida en Cuba, fue pianista, cantante y actriz. Anoland Bellido de Luna-Caramés y Pérez, nació en Regla, un pueblo situado al otro lado de la bahía de La Habana, los largos apellidos a la hora de actuar se cambiaron por uno más corto: “Díaz”. Una noche mientras cantaba se fijó en un hombre que tocaba el bongó en la orquesta que la acompañaba. Era Rubén Darío Blades Bosques, panameño de origen colombiano y ascendencia inglesa (su apellido se pronuncia “Bléids”). Su labor como detective de la policía no le impedía compartir su pasión por la música y la percusión. Se casaron y tuvieron cinco hijos, el segundo de ellos, Rubén Blades Bellido de Luna, nació el 16 de julio de 1948 en el barrio San Felipe, la parte antigua de Panamá. Los lujos no sobraban en su familia. Ya a los cuatro años Rubén sabía leer y escribir, le había enseñado su abuela paterna Emma, una figura muy importante para él. A la que alguna vez definió, como una mujer “del carajo. Siempre me decía que la peor pobreza era la espiritual. Era maestra, escritora, pintaba, defendió los derechos de la mujer, fue rosacruz, espiritista y vegetariana en la década de los 30”.
Tal vez los recuerdos se sumen entre notas del pentagrama y tardes familiares, entre caminatas por las calles panameñas de la mano de su abuela, o cuando su madre lo llevo a los 10 años a ver al músico cubano Benny Moré, que estaba de gira por Panamá, o cuando escuchaban a la big band cubana de Pérez Prado y la Orquesta Casino de la Playa, pero hay uno que marca el deseo de ser cantante: “Cuando vi cantar a Frankie Lymon, que tenía 14 años y era miembro de un grupo de doo wop llamado «The teenagers». Nunca había visto a alguien tan joven cantar y pensé: ‘quiero hacer eso también’”.
No sólo lo pensó, sino que lo llevó a cabo. A los 17, arrancó profesionalmente con el Conjunto Latino de Papi Arosema y luego grabó con Los Salvajes del Ritmo. La vida comenzó a sucederse muy rápido y con acontecimientos que lo fueron marcando. Las noches en que cantaban con las bandas, no eran bien vistas por los catedráticos donde estudiaba abogacía. La decisión de dejar la música en espera. La caótica política de Panamá en esos años ’70. La ida de su familia a Miami, porque a su padre lo acusaron de un complot contra Noriega. Pero, Rubén se quedó, terminó su carrera y luego sí, se fue de allí. De Miami a Nueva York donde consiguió un trabajo como repartidor de correo dentro de la discográfica Fania Records. No cuesta mucho imaginar el resto. Cómo cambió el entregar sobres por escribir temas musicales que muchos le grababan y cómo llegó la primera oportunidad: Ray Barreto le toma una audición para ser vocalista de su orquesta. En 1976, da el otro gran paso: se convierte en vocalista en la orquesta de Willie Colón. Y allí comenzó el cambio para la historia de la salsa, su segundo LP “Siembra”, con la repercusión de la canción “Pedro Navaja”, rompió todos los récords, consiguiendo discos de oro y platino en todos los países de habla hispana. Hoy tiene más de 20 discos grabados y unos 10 premios Grammy cosechados.
-Si se mira por el espejo retrovisor de la vida, ¿qué ve en usted cuando empezó su carrera y qué ve hoy?
-Alguien con muchos sueños y aspiraciones, y confianza en poderlos desarrollar. Mi experiencia de vida ha sido buena, me ha hecho una persona más completa, más
que lo que inicialmente me conformó como individuo. Los errores cometidos sirven para el aprendizaje y para evitar expandir el nivel de nuestra ignorancia e irresponsabilidad. Hoy soy alguien distinto, pero la esencia de mi curiosidad y de la confianza en la búsqueda, permanecen intactas.
-«La vida te da sorpresas, sorpresas te da la vida», decía el estribillo de Pedro Navaja. ¿Cuál fue la sorpresa más grande que le deparó la vida?
-No deja de sorprenderme todos los días, positiva o negativamente.
¿Futuro presidente? Cuando ejerció como Ministro de Turismo de Panamá (2004-2009), Rubén Blades resignó sus cómodas camisas por el traje y la corbata, pero jamás resignó dejar de usar sombrero, no sería él sin su “panameño”. Esa época de funcionario, cinco años en los que la música entró en puntos suspensivos, dejaron huella en él. “Soy mejor persona, adquirí experiencia administrativa, serví a otros y eso me hizo menos egoísta, fui consistente con mi discurso musical”, resume Blades la experiencia de haber estado en ese puesto político. Hace poco manifestó en su página Web sus ganas de volver a la política y presentarse en la elecciones de 2019: “Mi entusiasmo por ayudar a mi país es sincero. Si se dieran las condiciones, participaría en el proceso electoral del 2019, esta vez como candidato independiente de libre postulación, con argumentos claros y con una fe a prueba de injurias”. Para ese entonces, Rubén tendría 71 años, cuando se le pregunta cuáles serían las condiciones para volver, acota: “Siempre que el argumento político que justifique mi participación este claramente definido y que exista un apoyo popular hacia ese argumento”. Su romance con la política, ya había nacido en 1992, cuando fundó el partido Papa Egoró, en Panamá y se presentó como candidato para presidente en las elecciones de 1994, llegando en tercer lugar, con 18% de los votos, entre 27 partidos y siete candidatos presidenciales. Luego de varios años, dedicados a la música, la muerte de su amigo Paco de Lucía fue un disparador que lo hizo reflexionar. “La reciente muerte de mi amigo y colega Paco de Lucía me recuerda una vez más que el tiempo no espera a nadie. Nuestro proyecto musical, del que hablamos por años, ha quedado inconcluso por creer que la oportunidad de finalizarlo era inextinguible”. El proyecto del que habla era hacer un disco de boleros juntos.
– La muerte de Paco de Lucía le afectó mucho. ¿Cuál es su propio sentimiento hacia la muerte?
–Es inevitable y mejor estar preparados para su llegada. Paco para mí era inmortal. La idea de que se nos iba a ir tan pronto no me pasó por la mente. Somos casi de la misma edad. Pero no es algo que me asusta, morir, más me asusta un ignorante a cargo de una empresa pública o privada.
-Dejó su cargo de gobierno y luego de 5 años volvió a la música. ¿Cómo fue volver luego de ese tiempo?
-Todo cambia a una velocidad mayor por los avances tecnológicos. Pero la esencia del ser humano continua imperturbable. Son las mismas ambiciones, las mismas esperanzas, las mismas estupideces y los mismos argumentos de vida. Tampoco es que estuve preso.
-Muchas veces y hace poco arremetió contra la “piratería”. ¿Ante este fenómeno imparable, cuál podría ser la salida según usted?
–El fenómeno no es imparable. La gente escoge piratear, no es una imposición. Por otro lado, las compañías que producen los elementos que permiten la piratería debieran de ser responsables por encontrar un dispositivo que impida que CDs sean copiados más de tres veces
-En su blog, opinó sobre la situación actual de Venezuela, lo que generó ciertas polémicas entre sus colegas y demás. ¿Cómo le afectó esto?
–Cada cual opina de acuerdo a lo que su capacidad o incapacidad determina posible. Expreso mi opinión, o contesto al argumento de otro, todo con respeto y hechos. No entro en polémicas, ni me pongo a leer lo que otros escriben de mí. No comento sobre comentarios.
– Ya pronto llega a Argentina, tiene una opinión formada sobre la situación que atraviesa el país.
-Las opiniones son eso, retratos parciales y generalmente no muy fundamentados en hechos, por eso prefiero no emitir generalidades y ser específico cuando considero necesario opinar sobre un tema.
–¿Qué lo une a los argentinos?
–Dice usted, ¿aparte de Francisco? Siempre he admirado su generosidad, inteligencia y capacidad de afecto. Carlos Franzetti, el excelente músico argentino, es uno de mis ejemplos. Somos amigos desde hace 38 anosy nunca ha cesado mi admiración y mi respeto por él, como músico y como persona. Así es el espíritu de lo mejor de la Argentina.
-Alguna vez dijo que tenía “más pasado que futuro”. ¿Qué le queda por hacer a Rubén Blades?
–Mucho, espero.