Yo no puedo pensar en el virus si no le pongo un rostro. Sé que sonará loco, pero es así. Un rostro maligno, dañino. Ese que le dibujan a los personajes malos de los comics. Un rostro que se oculta, un rostro invisible, que ataca.
Toda superficie puede ser captada para que esté allí mirándonos con su cara maligna de personaje malo de comic. Y, después veo, lo que muestra el microscopio y en realidad veo belleza en sus formas, me gusta su diseño, como se mueve, aún sabiendo lo malo que tiene guardado esa belleza de las formas de las proporciones, esa belleza que se transforma en muerte.
Cuando me pongo mal, pienso que como en otras épocas de mi vida, todo lo malo termina en algún momento. Lo malo no es para siempre. Lo bueno, tampoco. En realidad, nada es para siempre. ¿Por qué somos tan frágiles, si nos creemos invencibles? Es bueno pensar que lo somos a veces.
Foto: Susana Parejas